Cada día se acortan los plazos que, como sociedad, nos hemos impuesto para avanzar hacia la economía circular, desafío que la industria minera ha sabido abordar con especial efectividad y esperanzadoras proyecciones.
Uno de los principales avances se puede ver en la matriz energética de las operaciones en suelo nacional ya que las fuentes limpias cada vez ganan más terreno. Según reporta la Política Nacional Minera 2050, el porcentaje del uso de Energías Renovables en el sector productivo minero pasó de un 3,60% en 2019 a un 36,20% en 2021. Y para este año se espera que alcance el 47,50%.
Por su parte, el agua de mar pasaría a ser la principal fuente de recursos hídricos para la industria en la próxima década, alcanzando un 68% del agua total requerida en la industria minera del cobre para 2032, estimó Cochilco en su estudio “Proyección de consumo de agua en la minería del cobre del período 2021-2032”.
En la misma línea, las medidas ESG cada vez toman más valor en el mercado. Según reportan desde Deloitte, el Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible destacó que la economía circular representa una oportunidad de 4,5 billones de dólares estadounidenses para el crecimiento económico mundial para 2030.
En este contexto, la minimización y valorización de los residuos que se utilizan en las actividades mineras se ha transformado en el pilar fundamental para una minería circular. Al establecer operaciones más eficientes, se puede minimizar el uso de energía, reducir los impactos ambientales, y el consumo de recursos hídricos.
Hoy, la industria de la minería está redefiniéndose en función de su aporte a nivel social y ambiental, con la disposición de intervenir toda su cadena de valor para alcanzar una producción limpia y sustentable. Y Chile, con sus ventajas propias para la industria y su riqueza de recursos, tiene las herramientas para convertirse en un referente para la región y para el mundo.